Línea inferior al frente – En las últimas semanas, apenas ha pasado un día sin una nueva promesa de una nación europea para impulsar su gasto militar. Y casi todos los días, se plantea una pregunta en una capital europea que habría parecido inimaginable no hace mucho: cuando se trata de su defensa y seguridad, ¿puede Europa ir solo?
Desde los primeros años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Europa se ha basado en los Estados Unidos como el baluarte de su seguridad, y Estados Unidos y sus aliados europeos han sido unidos a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y una relación económica y comercial cada vez más fuerte y entrelazada. Ahora, en el transcurso de solo dos meses, muchos de los supuestos centrales que suben a esas relaciones han sido cuestionados. La administración Trump ha girado bruscamente hacia Moscú y emitió declaraciones despectivas sobre la OTAN y varias naciones europeas. Los líderes de esas naciones ya no están seguros de un compromiso estadounidense que había sido acordal durante ocho décadas. Es a raíz de estos cambios repentinos que varias naciones europeas, y la OTAN y la Unión Europea en su conjunto, se han movido para aumentar bruscamente el gasto en sus militares y sistemas de defensa.
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